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Ciencia en el pueblo: Una de aviones


Hoy compartimos en nuestro blog un breve estudio realizado por nuestro amigo, el biólogo Pablo Marín Martín, observador curioso de la naturaleza e investigador independiente. Documento extraído de la observación de la actividad en una colonia de aviones comunes (Delichon urbicum) en Cuevas del Valle, un pequeño pueblecito en la cara sur de la sierra de Gredos.

BREVE ESTUDIO DE LA ACTIVIDAD EN UNA COLONIA DE AVIONES COMUNES

(Por Pablo Marín Martín)

Los aviones comunes, como cualquier ser vivo, desarrollan su ciclo de vida en sintonía con el ambiente y sus recursos. En este corto trabajo acerca de la biología de estas aves, vamos a analizar cómo la actividad en una colonia varía según dos factores: La hora del día y la época del año. La información se tomó en 2005. La recogida de datos se llevó a cabo en una colonia con veinte nidos en uso en la fachada de una casa deshabitada del municipio de Cuevas del Valle (Ávila). Su orientación es oeste. La toma de datos consistió en observar las visitas de los individuos a la colonia durante cinco minutos. Se apuntó la hora y fecha de observación, y se hizo recuento del nº de visitas “productivas” o “eficientes” y el número de visitas “improductivas”. Las primeras se corresponden con entradas en el nido, construcción exterior del nido y alimentación desde fuera sin penetración en el habitáculo. Las entradas en el nido representan, según el momento del ciclo, la construcción, la incubación o la alimentación de los pollos. Las segundas se refieren a individuos que se acercan a la colonia pero que no llevan a cabo ninguna función material aparente. Esta toma de datos se repitió varias veces cada jornada desde mediados de marzo hasta mediados de junio, coincidiendo obviamente con la época de reproducción. Después, cada observación se clasificó por quincenas, en concreto seis, desde la segunda del mes de marzo hasta la primera del mes de junio. Por otra parte, se analizó la posible influencia del factor hora del día. De este modo, los datos se clasificaron en “mañana” (desde el amanecer hasta las 10, hora de invierno), “mediodía” (de las 10 a las 18) y “tarde” (de las 18 hasta el anochecer). La recogida de información resultaba a veces compleja, dado la actividad frenética que mostraba la colonia en algunas ocasiones (máximo de 174 visitas en 5 minutos). Es por ello que resultó imposible establecer distinciones entre unas y otras visitas “productivas”.

RESULTADOS

Variación de la actividad a lo largo de los meses de primavera

Gráfico con el promedio del nº de visitas totales por quincenas: Desde la segunda de marzo hasta la primera de junio. El tiempo de observación son 5 minutos.

Comparación entre la radiación solar anual y el período de mayor actividad en la colonia. La radiación solar (eje izquierdo) se mide en KJ/m2*día*micrómetro, y corresponde al promedio para cada quincena. La actividad (eje derecho) se estima como el nº de visitas totales medio por cada 5 minutos. Los datos de radiación se han obtenido del Atlas Climático Digital de La Península Ibérica, y se han recalculado para períodos quincenales.

Variación de la actividad a lo largo del día

El nº de visitas, tanto totales como productivas o improductivas, representan el promedio para cada período del día.

DISCUSIÓN

Hemos podido observar que el trasiego en la colonia no tiene un comportamiento estable a lo largo del tiempo, ni a lo largo de la primavera, ni tampoco durante las horas del día. Desde que los aviones llegan de los cuarteles de invierno, los individuos pasan a veces más de un mes prospectando la zona donde nacieron hasta comenzar las tareas de reproducción. Se ha observado en los últimos 13 años cómo la llegada desde el continente africano ha variado en función de varios factores como las condiciones climáticas de allí y de aquí. Con una ligera tendencia a irse adelantando con los años. Los primeros individuos que llegan a este enclave del centro peninsular suelen verse hacia mediados de febrero, siendo el 29 de enero y el 12 de marzo los casos más extremos. La emigración otoñal es menos variable, y suele ocurrir entre el 10 de septiembre y el 25. Esta circunstancia se empieza a intuir cuando numerosas colonias de todo el valle van agregándose y formando grupos de cientos de individuos, sobrevolando el cielo con un comportamiento aparentemente errático.

De la estimación de la actividad de la colonia a partir de las visitas de los individuos a los nidos no se puede extrapolar el clímax del momento de cría, ya que creemos que en muchos de los nidos tienen lugar dos puestas a lo largo de la primavera. Además, de poco serviría, pues son datos de un único año. A lo que hay que añadir la versatilidad de esta especie para adaptarse a las variaciones ambientales. Así que debemos considerarlo como lo que es, un mero indicador de actividad. Por otra parte, puede verse en una de las gráficas cómo el mayor ajetreo de la colonia se adelanta tres quincenas al momento de mayor radiación solar (en ausencia de nubosidad). Este parámetro viene a indicar el fotoperíodo, cuya influencia sobre el ciclo de las aves es bien conocido. Así pues, la reproducción no se ve únicamente condicionada por el fotoperíodo o por las temperaturas, sino por la disponibilidad de alimento, cuyo máximo se alcanza presumiblemente entre mediados y finales de la primavera.

Los resultados obtenidos sobre las visitas a la colonia a lo largo del día reflejan un aspecto interesante. En las horas centrales del día, la actividad baja (visitas totales). Hemos observado que, en ese lapso, los individuos vuelan a mayores altitudes, quizás aprovechando las corrientes térmicas de las horas centrales para alimentarse e ir en busca de nubes de insectos arrastradas por estos flujos. En caso de que haya que incubar o alimentar a la prole, estas tareas para nada se ven descuidadas por los progenitores, si bien, el ajetreo de la colonia se reduce en gran medida. En estas horas centrales, las tareas de vigilancia o de prospección de la colonia se reducen, mientras que los cuidados básicos de la descendencia se mantienen, incluso sobrepasan a los de la tarde, donde el comportamiento gregario y los lazos sociales a la boca de los nidos se acentúan con las últimas horas de luz.

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